Es un secreto a voces que la cobranza de deudas es un proceso tan importante como la actividad principal que realiza cualquier empresa. De ésta depende la generación de capital de trabajo de la organización. Sin embargo, esta realidad puede quedarse con frecuencia sólo en la teoría, dado que muchos empresarios optan por invertir a gran escala en rubros como publicidad o nuevas adquisiciones de sistemas comerciales, por ejemplo, descuidando la función encargada de administrar las facturas y recuperar los activos en la calle.
Las empresas que cuentan con un sistema de crédito están seguras de que les ayudará a incrementar las ventas, esto debido a que los clientes no siempre tienen los fondos para adquirir un producto o contratar un determinado servicio, y la posibilidad de hacer un acuerdo de pagos para destrabar la relación comercial resulta un beneficio para ambas partes: por un lado, el cliente resuelve su necesidad a cambio de un compromiso de pago que podrá cumplir en un lapso de tiempo; por otro lado y desde la perspectiva empresarial, las condiciones en las que se establecen los créditos, en conjunto con una disciplina de cobranza de deudas, resultarán en la recuperación oportuna de activos, al tiempo que se establece una relación de fidelización a mediano y largo plazo entre el cliente y la compañía.
Lo que ocurre es que a veces se deja de lado que un sistema de crédito también implica el diseño y planificación de un sistema de cobranza de deudas, que permitan la recuperación del costo del producto o servicio brindado, así como las utilidades que deberán derivarse de la transacción. Resulta evidente entonces que para una empresa, la cobranza es un proceso clave, lo mismo que su actividad principal.
Adicionalmente, por medio de la cobranza de deudas la empresa forja una imagen de alta competencia y eficiencia de todos los procesos implicados en su ejercicio comercial, de modo que la compañía no sólo funciona como una máquina bien aceitada, sino que además demuestra su organización y seriedad ante los clientes y frente a la competencia.
Por tanto, así como la empresa invierte en tecnologías o publicidad para el incremento de la actividad comercial, debería poner el mismo énfasis de inversión en los sistemas o servicios de gestión de cuentas por cobrar.
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