El lado oscuro de la innovación

Innovar a ciegas, sólo por el gusto hacia lo nuevo, desencadena tomas de decisión apresuradas que muchas veces exceden los recursos disponibles.

¿Ha escuchado usted el término innovación en un contexto negativo? Probablemente no, y ello sin duda se debe a la confianza que todos tenemos en los aportes de la oferta tecnológica tanto para la empresa como para nuestras vidas privadas. Sin negar lo obvio, una dosis de crítica nunca viene mal cuando se trata de evaluar lo más conveniente para nuestro negocio, sobre todo si tenemos en cuenta la inversión que implican la evaluación y transformación de los procesos o la actualización de tecnología, por ejemplo.

 

En principio, debemos considerar que las iniciativas de innovación provienen de individuos que tienen ideas y necesidades, como todos, pero tienen además la cualidad de proyectarse en las soluciones que ofrecen las herramientas, y si éstas no existen, las inventan. A estos sujetos que piensan “fuera de la caja” suele guiarlos la pasión, y el logro de sus objetivos puede depender de muchas circunstancias como presupuestos, escalafón en el organigrama productivo, disponibilidad y oferta del mercado, entre otros.

 

Es importante en este punto diferenciar Pasión y Obsesión. Las iniciativas guiadas por la pasión suelen enmarcarse en un proyecto a largo o mediano plazo que contempla escenarios amplios, evalúa antecedentes y procesos. La obsesión innovadora, en cambio, no obedece a necesidades reales sino a ambiciones particulares, y puede convertirse en una búsqueda insostenible, frustrante y en un despilfarro para la empresa. La pasión es una fuerza generadora que ayuda al crecimiento, mientras que la obsesión por lo general inhibe el desarrollo empresarial.

 

La costumbre de innovar a ciegas, sólo por el gusto hacia lo nuevo, desencadena tomas de decisión apresuradas que muchas veces exceden los recursos inicialmente planteados; esto es válido tanto para los presupuestos como para los tiempos y equipo humano que se asignan a los proyectos reformadores. Otra lamentable consecuencia es que muchas veces, en función de estas transformaciones, las empresas terminan adquiriendo herramientas que sobrepasan sus requerimientos, es decir, herramientas subutilizadas.

 

La innovación es una aspiración valiosa para todas las empresas, pero por lo que realmente aporta para optimizar procesos, no por status ni por la sola ambición por lo nuevo. Sin transformación mental, las herramientas tecnológicas más potentes son inútiles, e innovar es una actitud que se traduce en secuencias de acciones con alcances bien definidos, donde no cabe la presión pues la innovación necesita su propio tiempo, proceso y camino.

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