Hay ciertas imágenes que se vienen a la mente cuando escuchamos la palabra “Jefe”, y otro grupo de ideas bastante distintas cuando se trata del término “Líder”. ¿Por qué ocurre esto?, ¿acaso se trata de polos opuestos, irreconciliables? Aún más, cuando nos proyectamos en los roles que ejercemos en la empresa junto a nuestro equipo de trabajo, ¿debemos pensar en categorías cerradas de buenos y malvados, como si nuestra empresa fuese el escenario de un Western?
Por más que puedan sonar divertidas, estas categorías suelen ser sumamente restrictivas, pues la realidad es cambiante y nos obliga constantemente a ajustar expectativas y reevaluar convicciones en función de las situaciones que se vayan presentando. El poder de adaptación hace mucho tiempo que ha sido una de las características que determina la inteligencia, y la teoría del Liderazgo Situacional, ideada por Paul Hersey y Ken Blanchard en 1967, explica por qué hay cuatro estilos de liderazgo que fluctúan entre el Jefe y el Líder, según sea la situación y el nivel de madurez del equipo de trabajo.
Este modelo postula que en el proceso de evaluación de la situación, quien esté a cargo debe hacer un balance entre las necesidades del momento y los recursos humanos y materiales disponibles. Según su estimación, deberá entonces adoptar uno de los siguientes estilos de liderazgo, a partir de la madurez (competencia y motivación) de su equipo:
– Jefe Directivo: Le caracteriza el tomar las decisiones gerenciales en función de las tareas: asignar labores, delimitar funciones, hacer cronogramas. Este tipo de jefatura es necesaria cuando los empleados no son especialmente competentes o responsables, y requieren por tanto, el monitoreo de las tareas asignadas.
– Líder Persuasivo: A pesar de que sigue teniendo la palabra final, este tipo de líder establece canales de retroalimentación con los empleados cuyas opiniones y sugerencias valora, ya que se haya ante un equipo de relativa madurez, dispuesto a realizar las tareas asignadas.
– Líder Participativo: Cuando se dispone de un equipo de madurez intermedia, es decir, responsable y competente, este tipo de líder se interesa en tomar decisiones de manera conjunta, sintiéndose parte del equipo y afianzando las relaciones interpersonales.
– Jefe Delegador: Se trata del máximo nivel de autonomía del equipo de trabajo, que ya ha alcanzado la madurez para cumplir con sus tareas de forma responsable, teniendo además un componente importante de proactividad que le permite asumir las funciones delegadas del jefe.

Imagen tomada de José Carlos Vicente en sharingideas-josecavd.blogspot.cl/
Como se ve en la tabla anterior, los niveles de experiencia, seguridad, confianza y compromiso del equipo de trabajo, son componentes primordiales de la ecuación que decantará nuestro ejercicio como Jefes o Líderes. Resumiendo, serán las aptitudes y experiencia de nuestros colaboradores, las que determinen el rol más adecuado para ejercer el liderazgo.
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