La inmensa mayoría de las deudas se recuperan de manera extrajudicial, apelando a la persistencia y organización en la cobranza, el sentido de compromiso del cliente y la comunicación. La vía judicial es un recurso que toma más tiempo y en general se busca evitar, pero al que irremediablemente se debe llegar cuando el deudor desconoce la deuda, se niega al diálogo y se fractura la relación comercial. Para saber qué tan cerca o lejos se está de esta situación, es imprescindible familiarizarse con los conceptos de Morosidad temprana y Morosidad tardía.
Estas nociones son especialmente útiles para determinar en qué estadio del proceso de cobranza se encuentra un cliente: La Morosidad Temprana, que no difiere demasiado de la simple gestión de cobro de una factura, funciona como una especie de estímulo recordatorio del pago que el cliente debe a la empresa; y la Morosidad Tardía, que ocurre cuando ha transcurrido un tiempo considerable sin que haya habido alguna manifestación de intención de pago por parte del deudor.
Existe un consenso de que un retraso de pago de cuatro días a una semana, puede ser considerado una Morosidad temprana. Como ya hemos afirmado en otras oportunidades, la táctica más eficaz en la gestión de cuentas por cobrar es la prevención, y en este aspecto la gestión realizada por una empresa de cobranza como la nuestra resulta especialmente conveniente gracias a la sistematización y auditoría rutinaria de cada deuda en particular. A la cobranza de morosidad temprana se le denomina Cobranza Proactiva, y su función puntual es impedir que las demoras en los pagos (debidas a razones varias que van desde la descoordinación administrativa, hasta la inconformidad con el servicio o producto, manifiesta en la renuencia al compromiso del pago), se conviertan en morosidad.
No hay duda de que cuanto mayor sea el tiempo de Morosidad de un pago, más difícil resultará recuperarlo. Las moras tardías son deudas consolidadas que han superado los 180 días sin pago. En estos casos las estrategias de cobranza se tornan más tácticas, requiriéndose un equipo con amplia experiencia en recuperación de incobrables, que aplique estrategias diferenciadas y que sepa actuar con flexibilidad. Una negociación colaborativa en la gestión de Morosidad tardía indiscutiblemente elevará los índices de recupero.
Conocer la línea que demarca los tipos de deuda o mora, permitirá determinar la periodicidad de nuestras acciones, así como definir qué tácticas aplicar, qué recursos invertir y qué resultados esperar.
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