Según un informe de las Naciones Unidas, en el mundo hay tantos teléfonos celulares como personas, es decir, hay un aproximado de 7.000 millones de teléfonos celulares activos, un 900% más que hace 15 años. El acceso a banda ancha móvil a internet así como el boom de servicios de mensajería como WhatsApp o Messenger sin lugar a dudas tuvo mucho que ver, y probablemente usted, que lee esta nota, está evocando en este momento todas esas bondades y posibilidades que a diario trae consigo ese aparatito, convertido en compañero inseparable, sin pensar en los efectos que su mal uso puede tener en la productividad de su empresa.
Más allá de las innegables ventajas de nuestros teléfonos celulares, cabe tener siempre presente su naturaleza como herramienta, que en su definición más simple es algo que está al servicio de los seres humanos para simplificar la vida, hacerla más fácil y aumentar la productividad. Muchas empresas, no obstante, han puesto estos valores en entredicho, alegando con estudios en mano que el uso desmedido del teléfono en horas de trabajo termina por disminuir de forma notable la atención en las tareas particulares, ralentizando e interrumpiendo su proceso. Y como compañía, no les es posible establecer parámetros claros de uso debido a que se trataría de una intromisión en la vida personal de sus empleados.
La Nomofobia o adicción al teléfono celular, es un trastorno que afecta a las personas que han desarrollado una dependencia excesiva hacia el teléfono celular. Los nomofóbicos consideran que su celular es tan importante como alimentarse o beber agua, y si no lo tienen a mano se sienten ansiosos e incapaces de concentrarse.
Por lo anteriormente dicho, un trabajador adicto a su teléfono celular necesariamente afectará la productividad de su empresa, pues constantemente se verá acechado o saboteado por su dispositivo de comunicación. La forma más común y obvia es la distracción que se genera proveniente de chats, juegos y otros tipos de entretenimiento no relacionados en absoluto con el trabajo. Pero hay dos formas de saboteo a la productividad que pasan desapercibidas: la seguridad de la información y la integridad física y emocional de los trabajadores.
La mayoría de las personas mezcla en su teléfono aplicaciones y datos tanto de naturaleza personal como profesional. Dependiendo de las manos en las que caiga, un teléfono celular desbloqueado o perdido puede poner la seguridad, estabilidad e incluso reputación de toda una empresa en riesgo. ¿Alguna vez se ha sentido incómodo escuchando de forma obligada una conversación que su compañero de trabajo está teniendo con otro? Muchas veces las llamadas telefónicas de trabajo divulgan información confidencial en lugares no siempre propicios del entorno laboral, poniendo en riesgo la confidencialidad de ciertos asuntos empresariales. ¿Qué hacer al respecto? Asigne dispositivos móviles para todos los colaboradores que necesitan acceso a datos de trabajo, asegurándose de que están configurados de forma segura y de que estos ajustes se comprueban mensualmente. Y establezca normativas de uso y espacios para conversaciones telefónicas confidenciales referentes a los asuntos de la empresa.
Por otro lado y aunque pueda parecer irrisorio, se ha demostrado que el uso desmedido y continuado del teléfono celular también es físicamente nocivo. Los trabajadores acostumbrados al multitasking, por ejemplo, pueden ser más propensos a sufrir lesiones como caídas y tropiezos mientras caminan y revisan mensajes de texto. Una persona constantemente enganchada en una conversación telefónica, está prácticamente aislada de su aquí y ahora, lo que contribuye a lesionar la relación con sus compañeros de oficina. El uso múltiple de un teléfono con cada vez más funciones, combinado con su portabilidad, lo convierten en un factor de riesgo tanto físico como emocional que todo equipo de trabajo debe considerar al momento de evaluar la productividad de su empresa, y algo tan sencillo como poner el tema sobre el tapete, para ventilar los pros y los contra de la situación, aportará la solución requerida.
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